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Nací en Palencia en 1960. Ejerzo la docencia en un Instituto de Elche como profesor de Historia del Arte e Historia Contemporánea. He escrito algunos libros y me gusta leer. Participo en diversas actividades literarias. No soy un crítico: lo que pongo aquí son algunas impresiones muy breves sobre lo que leo. No pretendo más. Gracias por visitarme.

domingo, 26 de enero de 2014

TEMPORADA DE FRESAS, Pilar Pardo

   En primer lugar, felicito desde aquí a la editorial “Isla del Sistolá” por su empeño en mimar lo que publica con la garantía de la calidad, y de una sencilla pero cuidada edición. 
  Cuidado y sencillo es así mismo el verso de esta poeta murciana. Verso pulido, breve, equilibrado e intenso, que cumple el invisible manual del poema: decir mucho en poco, llegar un poco más allá de lo que las palabras pueden, ofrecer esa expresión que impresiona, que deja marca, huella, y que te obliga al lector atento a seguir su propio camino. 
  Observo en las nuevas aportaciones un cierto hartazgo del coloquialismo y la ”experiencia” que ha invadido el panorama poético español de los últimos años. A mí, personalmente, me alegra encontrarme una poética de corte algo más esencialista. 
  Pero lo que hace de “Temporadas de fresas” un libro verdaderamente original es su comunión con la naturaleza, su condición telúrica, su ambientación ecológica, de tal manera que la rama enlazada, la arcilla reseca, la ola que pasa, o la luz que enciende el oro de aquellos limoneros…, son en realidad una forma de hablarnos de la vida y de la muerte y del paso del tiempo. La palabra, así, se hace paisaje, para germinar ese pensamiento que no quizá no se pudiera decir de otra manera. 
   Por lo demás, Pilar Pardo nos deja perlas como esta titulada “Cumpleaños”: “Siento que a veces soy / el penoso residuo /de otro ser luminoso / con menos de diez años”. … Y parecía que no se podía decir más en este mundo sobre la infancia perdida.

jueves, 16 de enero de 2014

SOLILOQUIOS DEL AURIGA, Juan Lozano

   Dicen que la poesía es el arte de los moribundos. El poeta destila versos cuando acumula demasiado tiempo a sus espaldas y solo tiene fuerzas para mirar el suelo. Juan C. Lozano, como quien esto escribe, ha pasado ya el meridiano de los cincuenta. Ha esquinado la cuadriga de su vida, y se ha atrevido a dialogar consigo mismo, mientras contempla sus jadeantes caballos. 
   “Soliloquio del auriga” está lleno de lucidez, del encanto que nos deja el reconocimiento de la verdad. Esa verdad que pugna dentro de nosotros, como un “alien”, y que acaba rompiendo el pecho e invadiéndolo todo de dolor y de belleza. Este poemario tiene un logro principal: tratar de un tema ya muy escrito como el paso del tiempo, pero lo hace de un modo, de alguna manera, nuevo. Está lleno de logros. Diría más: es un logro en sí mismo, porque inventa las preguntas que nadie se hace, porque no sabe o, por que en el fondo, no quiere. El soliloquio de Juan se pregunta, una vez y otra, sobre aquel tiempo en que “fuimos felices sin saberlo” y sobre el momento presente. ¿De qué estamos hechos?; ¿qué somos en realidad? “Estamos hechos de lo que no se cumple” y “somos aún una cuestión sin resolver”. 
   Quizá no le quede más remedio al auriga que embridar de nuevo los caballos y seguir en carrera, pero ya con la luminosidad acumulada en momentos de oscura belleza. Ideales, no sé si a nuestra edad pueda tenerse. Pienso que sí. Por ahora, Juan, puedes seguir escribiendo: nos harás a todos un favor inestimable.

martes, 14 de enero de 2014

ELEPHANT, Gus Van Sant

  Esta cinta trata sobre la tragedia en el Instituto de Columbine, donde, el 20 de abril de 1999, dos alumnos entraron cargados de armas automáticas y bombas, mataron a 13 personas y luego se suicidaron.
  El director ahonda en las raíces de la tragedia.  La facilidad para conseguir armas en USA es una de las causas (los dos chicos las compran por internet, y se las envían en un paquete como si  fuera una pizza), pero Gus Van Sant nos invita a profundizar. Igual que en el cuento de los ciegos y el elefante, las causas son más complejas.
  Con una originalísima puesta en escena, nos cuenta, mediante largos travellings, los últimos 60 minutos de vida de algunas de las víctimas, por el método de "vidas cruzadas". 
El resultado es una película apta para la conversación con los chicos, ya que ahí aparecen los problemas típicos de los adolescentes: incomunicación, complejos, soledad, anorexia, problemas familiares, etc. Esta sociedad de la opulencia donde vivimos, no ha resuelto estos problemas de fondo. Esta  tragedias que se ven de vez cuando son las superficie de un mar de fondo enrarecido, que no queremos discernir.
   Por otra parte, siendo el tema muy violento, sin embargo, el director no se regodea en la violencia ni en escenas fuertes. Utiliza la elipsis, cosa que un servidor siempre defendido en el cine, ya que piensa que incluso da más fuerza a lo que has de contar. Me ha gustado mucho, y pienso que cada uno puede sacar muchas conclusiones.
   En cuanto a la música: es curioso y muy original que, en un film de estas características, sean el "Para Elisa"  el "Claro de Luna" de Beethoven  el motivo de fondo principal. De hecho, uno de los perpetradores toca estas dos piezas en el piano, horas antes de que consume su "hazaña", en una de las escenas más logradas de la película.